Una vez más, el Líbano se encuentra en una encrucijada poco envidiable. El sur arde en tensión bajo la atenta mirada de Israel, mientras el Estado se esfuerza por contener la tormenta que amenaza su soberanía y su existencia política. Las recientes advertencias israelíes sobre la reconstrucción de la infraestructura militar de Hezbolá en el sur han abierto la puerta a una nueva fase de escalada, tras los informes sobre el contrabando de misiles de corto alcance desde Siria. A pesar de los intentos de calma, el peligro oscila entre una tregua frágil y una chispa que podría encenderse en cualquier momento.
Mientras tanto, Washington intenta diseñar un nuevo acuerdo entre Beirut y Tel Aviv, presionando al Estado libanés para que muestre “mayor flexibilidad” ante sus propuestas. Sin embargo, la presidencia libanesa afirma que la ocupación israelí en el sur es el principal obstáculo para que el Estado tenga el monopolio de las armas. Es un escenario complejo, donde se cruzan intereses internacionales y locales, y donde la toma de decisiones se debate entre la lógica del Estado y la lógica de la resistencia.
La prensa libanesa de hoy refleja el eco de esta batalla política y mediática: amenazas israelíes de un “gran golpe”, dudas sobre la respuesta de Washington a las iniciativas del presidente, y crecientes temores de que el país se deslice hacia un enfrentamiento que no puede soportar. El pueblo libanés, agotado por las sofocantes crisis económicas y el colapso de los servicios básicos, mira hacia el sur no con ojos sectarios, sino con la preocupación de una madre que ve su hogar al borde de la destrucción.
En esencia, la escena libanesa actual refleja el dilema de una nación que vive entre un legado de resistencia del que se enorgullece y una realidad política frágil que exige decisiones sabias. O se escribirán nuevos capítulos de guerra, o se abrirá una ventana de luz hacia un acuerdo que preserve la dignidad y la soberanía. Hasta que la visión se aclare, el Líbano —como siempre— seguirá siendo un terreno de prueba para la paciencia de su pueblo y su capacidad de sobrevivir al borde del abismo.
