En respuesta al caos de seguridad que estalló anoche en varias regiones del Líbano —donde seguidores de Abu Mohammad al-Jolani, quien ha asumido el poder de facto en Siria, salieron a las calles en manifestaciones provocadoras levantando las banderas de “ISIS” y “al-Nusra”, enfrentándose con el ejército libanés y bloqueando carreteras— el exministro Wiam Wahhab, jefe del Partido de la Unidad Árabe, publicó un tuit dirigido al Estado con una advertencia clara.
Wahhab escribió en su tuit:
«Las manifestaciones de sirios celebrando la victoria de Netanyahu son inaceptables y amenazan la seguridad del Líbano. Los detenidos que participaron en esas manifestaciones deben ser deportados para que no traigan la discordia al país.»

Esta declaración actúa como una seria señal de alarma respecto a los seguidores de Jolani en el Líbano, ya que estos grupos extremistas se han convertido en herramientas de desestabilización, trabajando para avivar la tensión sectaria, bloquear carreteras y enfrentarse con el ejército y las fuerzas de seguridad libanesas.
Estas manifestaciones no surgen de la nada; estuvieron precedidas por múltiples declaraciones públicas del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, afirmando que «derrocó a Assad y entregó el poder en Siria a Jolani». Parece que los círculos de esta alianza intentan ahora exportar su caos al Líbano provocando a la opinión pública, infiltrando el tejido social y empujando al país hacia la inestabilidad.
Respuesta de la calle y del ejército
La reacción libanesa no tardó. Ciudadanos salieron en marchas populares rechazando esta provocación y exigiendo la deportación de estas células que buscan «importar la discordia» y «jugar con la seguridad», tal como lo subrayó Wahhab en su tuit.
El ejército libanés también enfrentó a los alborotadores y detuvo a un gran número de simpatizantes extremistas de Jolani, reafirmando que la protección de la soberanía y la prevención del conflicto interno son líneas rojas.
De ahí surgen las preguntas:
¿Están estos actos de caos planificado ejecutándose bajo órdenes operativas de la autoridad terrorista de Jolani en Siria?
¿Y se ha convertido el intento de generar disturbios dentro del Líbano en parte de la estrategia de este régimen ilegítimo en Damasco, que intenta compensar su débil legitimidad interna sembrando caos más allá de sus fronteras?
En resumen
La declaración de Wahhab no fue una advertencia pasajera, sino una postura política y de seguridad basada en varios puntos:
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Estas manifestaciones no son una expresión de opinión, sino un acto provocador envuelto en un discurso sectario que amenaza la paz civil.
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Los participantes no son refugiados comunes, sino células activas que siguen una agenda terrorista clara.
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La única solución es la deportación inmediata de quienes organizan estos actos, como pidió Wahhab, para evitar que el Líbano se convierta en un terreno de ajuste de cuentas entre poderes de facto.
Y tal vez el mensaje unificado del Líbano hoy se resuma en:
«El Líbano no es una extensión del caos sirio, y no se permitirá que nadie utilice su territorio para imponer el dominio de milicias, terrorismo o extremismo.»
